miércoles, 20 de enero de 2010

Indignación, reacción equivocada de los gobernadores

Anita Verdeja




Indignación, reacción equivocada de los gobernadores


ante los datos sobre la inseguridad en el país



Me siento un poco dudosa sobre la identidad de los convocados a la Sesión de Trabajo sobre seguridad pública que se celebró a finales de Noviembre en el Salón Tesorería del Palacio Nacional, no creo que hayan sido los gobernadores de este país después de haber escuchado que no aceptan los resultado de las encuestas realizadas por el Instituto Ciudadano de Estudios Sobre Inseguridad (ICESI).

Y es que creo que no hace falta ser una importante organización gubernamental, asociación civil o empresa privada para darse cuenta de las terribles condiciones en que la delincuencia común y la delincuencia organizada tienen a los habitantes de esta, ya de por sí, vapuleada nación.

¿Están seguros que eran los gobernadores de este país los que asistieron? Porque no puedo creer que el mandatario mexiquense se sienta indignado por que alguien le dice que su estado va a la cabeza en delitos perpetrados a mano armada o que el gobernador de Chihuahua no actúe positivamente cuando se entera de que su estado se ha llevado el título del estado más inseguro de todos.

No entiendo cuáles son las historias que los gobernadores de este país quieren escuchar para que se enteren que las redes del crimen los ha rebasado por mucho y desde hace mucho.

Los mandatarios estatales deben saber que es cierto que los ciudadanos no confiamos absolutamente en nuestros cuerpos policiacos, que si vamos caminando por las calles de los poblados preferimos evitar el paso cerca de una patrulla que se encuentra estacionada, no importa si la patrulla es federal, estatal o municipal, la reacción será la misma por que no hay ni un gramo de confianza.

Sexenios van y sexenios vienen y los ciudadanos no podemos confiar en cuerpos especiales que se crean para combatir el narcotráfico, el secuestro y demás crímenes, cuando sabemos que no sirven más que para preparar a futuros delincuentes mejor armados y más sanguinarios que antes; quienes además, ya han tejido redes de venganzas, de tráfico de influencias, etcétera.

También deben enterarse de que es cierto que los que somos padres de familia no queremos que nuestros hijos salgan solos a la calle, a pesar de nosotros mismos, preferimos que vean televisión o jueguen en casa para evitar el mal trago que cientos de miles de familias mexicanas han sufrido al saber que sus hijos han sido secuestrados, torturados, asesinados, violados o desaparecidos y que las autoridades no han hecho nada por resolver y no por falta de tiempo sino por falta de interés.

Miles de padres de familia han tenido que armarse de valor y por dignidad, alzar la voz a pesar del miedo, a pesar de las amenazas, a pesar del señalamiento social para gritarle a las autoridades la clase de ineptos que son.

Tan solo en la Ciudad de México tenemos innumerables ejemplos de jefes de familia que se han hecho famosos por evidenciar la clase de autoridades que tenemos; casos como el de Fernando Martí, el de Silvia Vargas, el caso Wallace y muchos más quienes movidos por el dolor, el coraje y la ira de saberse ignorados y burlados hoy han decido formar un frente común para ayudar tanto a las víctimas como a los familiares de ellas y a todos aquellos que han tenido la desgracia de haber vivido una situación similar pero sobre todo que han tenido que enfrentar el conformismo, la apatía y la negligencia de nuestras autoridades.

No es gratuito que la PGR pida perdón por lo sucedido en el caso de Guillermo Vélez Mendoza, a quien se le acusó de ser plagiario y de pertenecer a una peligrosa banda conocida como Los Antrax; a este joven lo secuestraron y torturaron para declararse culpable, lo mantuvieron 7 años preso hasta que miembros de la desaparecida AFI lo mataron aplicándole una llave china.

Hoy, en un hecho inusitado, funcionarios de la Procuraduría General de la República han tenido que salir a pedir perdón a la familia y a la sociedad por el terrible suceso en donde se pone de manifiesto el sucio trabajo y el sucio camino que siguen los elementos policiacos para realizar una labor que debería, en teoría, estar enfocada en defender a los ciudadanos de ese pesadísimo lastre que es la delincuencia.

Pero no, lo único que se desprende de todo esto es que seguimos siendo exactamente el mismo país lleno de corrupción, en donde la policía tiene las manos metidas hasta los codos en este cáncer que es el crimen organizado.

Hace unos días los mexicanos nos conmocionamos al saber que en una supuesta casa de rehabilitación para alcohólicos y drogadictos se esclavizaban a más de 100 personas entre adolescentes, adultos y personas de la tercera edad a quienes sometían a largas jornadas de trabajo, abuso físico, psicológico y sexual.

Lo que no nos sorprende es que algunos “guardianes del orden” de la zona del mercado de La Merced fueran precisamente los caza-personas, pues así lo declaró un testigo cuyo familiar fue víctima de estos monstruos en una entrevista realizada por un reportero de TV Azteca, a quien le aseguraron que habían sido dos uniformados quienes habían llevado a su familiar a ese “centro de rehabilitación” en donde lo mantuvieron por tres meses y después de ser liberado murió en su casa a consecuencia de una severa neumonía.

Qué les responden a las madres de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, a las esposas de los campesinos asesinados en Acteal, a los indígenas de Chiapas, a los de Oaxaca quienes son constante blanco de la injusticia del gobierno, a los y las jovencitas que sufren la explotación sexual, a las madres de los niños que han sido víctimas de la redes de pederastas.

Por favor, señores gobernadores, no estamos hablando del raterillo que te quita en la banqueta 100 pesos para medio comer; estamos hablando de lo importante que es que ustedes hagan una limpieza real de sus líneas de corrupción, que investiguen y vigilen a sus equipos de trabajo porque en eso del crimen organizado todos deberían de ser culpables hasta que demuestren lo contrario.

Podría escribir hojas y hojas sobre las historias que se tejen alrededor de la inseguridad de este país, historias que nos llenan de impotencia, de indignación, desconfianza y sepan señores gobernadores que si la gente no denuncia es porque cree que es una pérdida de tiempo, que si la gente no alza la voz es porque tiene miedo.

Yo invitaría a los señores gobernadores a salir a las calles y que sean ellos quienes les pregunten a la gente si los operativos funcionan, si los elementos policiacos son confiables, si sus autoridades son eficientes en este sentido. Estoy segura de que se llevarían una gran decepción porque más de un ciudadano le respondería que su equipo de trabajo en materia de seguridad NUNCA HA FUNCIONADO.

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