lunes, 8 de noviembre de 2010

Básica… ¿yo?

Ana Verdeja

Cuando una amiga en una reunión me dijo: “Deberías dejar de ser tan básica”, simplemente me reí pues lo dijo única y exclusivamente por el hecho de que no tengo un celular; si, simplemente me reí; sin embargo, cuando salí de la reunión la observación se quedó flotando en mi cabeza.
Al final del desayuno que casi se convierte en comida, todas mis amigas anotaron el teléfono de todas en sus diferentes celulares, algunos muy modernos y sofisticados, otros más simples pero “utilísimos” a decir de sus dueñas… yo, tomé un pedazo de cartón que corté de una publicidad que había sobre la mesa y anoté los teléfonos de todas, lo eché a mi bolsa roja y me despedí sabiendo que a mí nadie me llamaría al caminar en la calle, o mientras trabajo, o cuando salgo de compras, o peor aún cuando manejo.
Mis amigas y amigos sólo pueden hablar conmigo telefónicamente cuando estoy en casa… ¡¿Básica yo? -he de confesar que la idea me sigue dando vueltas en la cabeza- ¡¿básica yo?!... bueno, tengo una mini-lap que a veces llevo conmigo a donde quiera para poder escribir en donde sea que me encuentre; eso sí cuando lo hago jamás me conecto a internet.
En casa tengo mi computadora que uso diariamente, esa es mi preferida porque es grande y las teclas son grandes y sonoras como las de “antes”. Creo que eso me hace ser una persona menos básica; además tengo mis cuentas de Feisbuk, tuiter o Tchuider (para no sonar tan básica), también tengo sónico y hasta Hi5 aunque estas dos últimas ya no las uso, alguna vez también me quitaron lo “básica”.
Ahora que si lo pienso mejor, frente a Alma cualquiera es básico, ella maneja no uno ni dos, sino TRES celulares aunque nunca ha logrado explicar para qué tiene tantos. En todo caso a mí me parecería que dos son suficientes ya que sólo tiene dos brazos y dos orejas, y aunque tenga una sola boca, sería fácil organizar las conversaciones, sobre todo para una mujer como Alma que no es taaan básica como yo.
Marisol, quien fue la que me calificó de “básica” es una súper mamá que se dedica a las ventas por catálogo; de modo que el celular es su herramienta de trabajo más indispensable y tal y como lo dijo en aquella reunión: “Sin mí celular estaría perdida”… y cómo no si ahí guarda los teléfonos de todas sus clientas; la falta de su celular desplomaría sus ventas en un 80 por ciento o más, de eso no me cabe la menor duda.
Lily es un poco más conservadora, dice que ha perdido cientos de celulares es por ello que decidió comprarse un celular muy económico para evitar que además de la pérdida de una súper agenda de cientos o quizá miles de amigos -así es Lily- tenga que sufrir por la costosa inversión que hizo por concepto del aparato que, seguro, perderá.
El caso más extraño es el de Frida, ella tiene un aparato moderno y algo costoso, ella misma trabaja para una empresa de telefonía, Telcel y tiene conocimiento de todas las promociones y los mejores planes telefónicos; así que siempre tiene crédito, ella siempre estirará su mano con su celular en la palma para que tu llames a donde quieras cuando lo necesites, especialmente si eres una persona tan básica como yo que no tiene un celular, bueno claro y si eres su amiga.
Lo curioso del caso Frida es que ella nunca contesta el celular; le cuesta trabajo entender para qué sirven todas las teclas y los usos de su aparato; nunca sabe si ya registró el teléfono de alguien; así que lo vuelve a anotar con diferentes nombres cada vez; de modo que su agenda no sirve de nada.
Bueno y en todo este tiempo se llegó el día de nuestra reunión mensual, todas saben la fecha y nadie puede ni debe faltar… la primera en llegar fue Marisol que estaba fúrica porque su celular se había caído al agua y había literalmente “valido madres”; yo llegué en segundo así que fui la primera en enterarme de que sus finanzas estaban por los suelos debido al accidente.
Más tarde llegó Lily y Alma; y la última –como siempre- fue Frida, desayunamos, reímos, contamos chistes y chismes. Al final, Frida que nunca sabe si tiene los teléfonos de alguien dijo: “¡Oigan! Pásenme sus teléfonos porfas, es que no sé si los tengo!”; Marisol de inmediato contó su desgracia por lo tanto no tenía nuestros teléfonos; y Lily –claro- había perdido el celular, afortunadamente no era caro; Alma jamás pudo recordar en cual de los tres aparatos había escrito nuestros números y todas se cansaron de esperar la búsqueda… bueno sólo quedaba yo… así que abrí mi bolsa roja y salió mi cartoncito, fue hasta entonces cuando me percaté que se trataba de la publicidad de una agencia de autos RENAULT.
Y mientras todas copiaban los teléfonos me recriminaron por seguir trayendo el papelucho: “¡¿no lo has pasado a una agenda?!”, “¡no manches se te va a perder!”, “¿Ven? les dije que Ana es meeega-básica”…



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